de José Alberto Cuesta Martínez
-Crecimiento lineal y exponencial
En matemáticas se distinguen dos tipos de crecimiento: lineal y exponencial. La naturaleza del primero es la suma, mientras la del segundo es la multiplicación. Al principio las diferencias entre ambos son pequeñas, pero conforme avanza el tiempo se vuelven abismales. Veamos estas diferencias en sus diez primeros términos:
Crecimiento lineal: 1, 2, 3, 4, 5 ,6, 7, 8, 9, 10…
Crecimiento exponencial: 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, 512…
El crecimiento lineal es constante (se representaría en una gráfica con una línea recta siempre con la misma pendiente) mientras que el exponencial es acelerado, crece sobre el crecimiento anterior (se representaría con una curva que incrementa constantemente su pendiente). Veamos las diferencias mediante un sencillo ejemplo:
Un folio mide aproximadamente la 0´125 mm (la octava parte de un milímetro). Superponer folios uno encima de otro es un ejemplo de crecimiento lineal, apilar 50 folios supondría que el grosor de ese taco sería de 6´25 mm. Un ejemplo de crecimiento exponencial sería, no acumular 50 folios uno encima del otro, sino doblar un folio 50 veces. Si esto fuese posible (que no lo es), el grosor del folio alcanzaría los 140 millones de kilómetros, casi la distancia de la Tierra al Sol.
-Crecimiento económico exponencial:
El anterior ejemplo supone un crecimiento exponencial del 100% (cada vez que doblamos el folio su grosor se duplica), pero estos crecimientos tan altos rara vez se dan, de forma continuada, en nuestra vida cotidiana.
El sistema capitalista industrial para su “normal” funcionamiento necesita de un crecimiento del Producto Interior Bruto de un 3% anual, y ese crecimiento de la economía precisa de un aumento del consumo de materiales y de energía. Existe una fórmula matemática para calcular cuánto tiempo tardaría en duplicarse una cantidad (por ejemplo el tamaño de una población, o el de una deuda o una hipoteca) a un porcentaje anual determinado. La fórmula consiste en dividir 70 entre ese porcentaje.
Pongamos un ejemplo no de un crecimiento al 3% al que aspira la economía capitalista, sino de un 2%. Imaginemos que un hombre o una mujer en el año 1 de nuestra Era utilizara 1 metro cuadrado de tierra y que cada año incrementara su extensión de tierra en un 2%. ¿Qué extensión de tierra utilizarían hoy sus descendientes? Si el crecimiento fuese lineal (crecer 200 cm2 cada año) la superficie sería de 41 metros cuadrados, pero siendo exponencial se duplica cada 35 años (70 dividido entre 2) y conduciría a la superación de la superficie del planeta en el siglo XVIII, y a una utilización en la actualidad de unos 400 planetas Tierra.
La pregunta es la siguiente: si una sola persona creciendo al 2% anual superaría la capacidad de carga del planeta, ¿cuánto tiempo tardaríamos en hacerlo los 7500 millones de personas que vivimos actualmente en el mundo?. Hoy, gracias al concepto de “huella ecológica” sabemos que hemos superado la capacidad de carga del planeta antes de 1980, y que actualmente necesitamos 1´7 planetas para mantener nuestro nivel actual de consumo de recursos y de emisión de residuos.
El crecimiento económico fue muy lento a lo largo de la historia humana con avances y retrocesos. El crecimiento económico exponencial es un fenómeno histórico muy reciente, y ha sido posible gracias a la utilización de un enorme tesoro forjado durante millones de años bajo la corteza terrestre: los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), que han hecho del siglo XX (y sobre todo de su segunda mitad, con la extracción de petróleo) un siglo único e irrepetible. Por dar algunos datos, en el siglo XX la población mundial se multiplicó por 4, la población urbana por 13, el Producto Interior Bruto Mundial por 14, el consumo de energía por 16, y el de agua por 9.
Los datos anteriores muestran que no habrá un siglo XXI como fue el siglo XX. El declive de los recursos fósiles, especialmente del petróleo, que posibilitaron estos crecimientos exponenciales exigirá una mengua del consumo de recursos. Podemos hacerlo voluntaria y organizadamente (como defiende el decrecimiento) o por la fuerza de los hechos en una guerra de todos contra todos por esos recursos. Necesitamos vivir en una sociedad sostenible con un techo dentro de la huella ecológica de un planeta, y con un suelo social que garantice el cumplimiento de la Declaración de los Derechos Humanos para toda la humanidad. Con la prolongación del crecimiento, que agota los recursos y ahonda las desigualdades, esa ventana de oportunidad se va haciendo más pequeña año a año. Decrecimiento o barbarie. Como afirma Jorge Riechmann, el siglo XXI es el siglo de la Gran Prueba en la historia de la humanidad.