Por Xabier Arrizabalo Montoro
La superestructura de una sociedad integra el conjunto de relaciones sociales no económicas, que necesariamente han de considerarse para comprender la reproducción en el tiempo de dicha sociedad. Se trata de los elementos políticos, jurídicos, ideológicos, culturales, etc.
De modo análogo a lo consignado sobre los vínculos entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas, una determinada superestructura sólo puede existir sobre la base de unas determinadas relaciones de producción. Por ejemplo, sólo puede existir el derecho laboral de las relaciones salariales sobre la base de salariado. Pero a su vez esta superestructura también influye en la base económica (fuerzas productivas y relaciones de producción). Por ejemplo, la contrarreforma laboral española de 2012, que dinamita la negociación colectiva, influye en las relaciones de producción y las fuerzas productivas, al contribuir al aumento del grado de explotación, empeorando las condiciones de vida de la clase trabajadora, que es la inmensa mayor parte de la población.
Relaciones sociales situadas en la superestructura, como el Estado o la ideología, son decisivos para la reproducción social, de modo que el cuestionamiento frontal de ellas es imprescindible en toda perspectiva emancipatoria (al respecto véase el texto El Estado y la revolución de 1917, escrito por Lenin, quien a su vez en el texto El imperialismo, fase superior del capitalismo de 1916 decía con elocuencia que “la ideología imperialista también penetra en la clase obrera, que no está separada de las demás clases por una muralla china”).