Los países están interconectados entre sí a través de cables submarinos que reposan en los fondos de mares. Gracias a estos cables es posible tener Internet y otros servicios asociados, permitiéndonos la conexión a servidores repartidos por cualquier parte del planeta. En manos de compañías privadas y países, estos consorcios opacos dan servicio a las grandes empresas tecnológicas y a la humanidad.