Patricia Manrique, Pasaje Seguro
Creo que la forma, llamémoslo asamblea, de cuando nos sentamos y nos juntamos va adecuándose o adaptándose y creo que interviene mucho el cuidado entre nosotras. Claro que se han dado situaciones en las que ha habido gente que no se ha sentido con la capacidad de intervenir porque le costaba o porque, en un momento dado, tiene ideas, pero no las sabe expresar con claridad y no encuentra su momento de participación. Pues, parte de lo que identifica al grupo es tener un cuidado hacia eso y decir “igual esto compensa hablarlo tomando unos vinos en unos días”. Yo venía, como la mayoría de nosotras, de estar en grupos y de hacer cosas colectivas votando y era tan fácil decir “siete decían que sí y cuatro que no entonces, pues, era un sí”. Para nosotras que de siete tres digan sí y cuatro no es un claro “no”; quiere decir que el grupo no está con la fuerza en ese momento a menos que eso se siga trabajando, se siga reflexionando, se siga diciendo y vas abriendo tu cabeza. Yo creo que si algo nos identifica es el cuidado de quienes estamos ahí, y no se sí sea asambleario o puro o mixto o no sé. (Gema Martínez, Las Gildas)
Es una asignatura pendiente. No nos han enseñado a trabajar en forma asamblearia. (Javi Vazquez, Sosterra)
Hay que desmitificar el asamblearismo espontáneo. Yo soy una fiel creyente en el asamblearismo, pero el asamblearismo requiere mucho trabajo, no es algo espontáneo. No tenemos protocolos pero sí hay una preocupación y un trabajo detrás de las asambleas. Nunca que yo recuerde he ido a una asamblea de Pasaje Seguro en la que hayamos llegado y hayamos dicho ‘a ver qué hacemos.’ Siempre hay un orden del día, hay una persona que se va a encargar de facilitar la reunión, hay una persona que toma actas, y hay varias personas en el grupo que yo considero bastante empáticas y preocupadas de los demás, que se preocupan de que la asamblea funcione. Entonces, espontáneo no es.