Belén Ruiz de Gopegui Durán
Biografía
Novelista y ensayista española distinguida por la crítica contemporánea como referente ineludible de las letras españolas. Es licenciada en derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y es doctora en Humanidades por la Universidad Carlos III. También es una practicante y estudiosa de los Comunes en la Escuela Popular de Prosperidad. Es frecuente ver la firma de Gopegui en medios de comunicación independientes y de acceso libre como Rebelion.org o Diagonal.
Comenzó su carrera profesional como escritora colaborando en las secciones literarias de diversos medios de prensa con entrevistas y reseñas de libros. En 1993 publica La escala de los mapas, con la que gana dos premios, el Premio Tigre Juan y el Premio Iberoamericano Santiago del Nuevo Extremo a primeras novelas. Su libro La conquista del aire fue llevado al cine dos años después por el director Gerardo Herrero con el nombre de Las razones de mis amigos, con guion de la propia Belén Gopegui y de Ángeles González-Sinde. Después escribió los guiones de La suerte dormida y de El principio de Arquímedes. Con Lo real fue finalista del Premio de la Crítica 2001, del Premio Fundación José Manuel Lara de Novela 2002 y del XIII Premio Rómulo Gallegos 2003. Su novela Deseo de ser punk obtuvo el premio Dulce Chacón en 2010. Entre 2011 y 2017 publicó tres novelas que exploran la relación entre el sistema de interconexión a través de la red y la capacidad de acción de los individuos, Acceso no autorizado, El comité de la noche y Quédate este día y esta noche conmigo. Su conferencia, Ella pisó la luna. Ellas pisaron la Luna, impartida en marzo de 2019 reivindica a todas las mujeres cuyos logros no han visto la luz. El 2021 publicó su novela Existiríamos el mar.
Belén Gopegui es también la autora de varios relatos para la infancia, por ejemplo, ha escrito El balonazo y El amigo que surgió de un viejo ordenador o Mi misión era acercarme a Miranda.
Como ensayista son bien conocidas sus obras Un pistolezato en medio de un concierto y Rompiendo algo (UDP).
Su escritura
Leer a Belén Gopegui significa recordar que “leer es el mejor entrenamiento para la imaginación” o que “para tener autoridad necesitas que tus afirmaciones formen parte de una práctica compartida”. En su ensayo Rompiendo Algo escribe: “la literatura, no se escribe, sino que nos escribe” porque “en colectividad es que hacemos vida y literatura y también juntas tratamos de armar un argumento democrático donde ofrecer condiciones necesarias y suficientes para defender lo justo para cualquiera”.
Para muchas de las personas que nos dedicamos a la crítica cultural y al análisis literario, la escritura de Gopegui no solo representa un rico campo de cultivo literario y ensayístico, sino que también encarna una posición vital e intelectual políticamente comprometida con la defensa de los límites biofísicos de una naturaleza (que sabemos) asediada por prácticas privatizadoras y extractivitas que hacen peligrar la sostenibilidad de la vida en este planeta.
Del mismo modo, su trabajo se compromete con la denuncia de las causas sistémicas y estructurales que explican el desigual reparto de las condiciones materiales y de posibilidad, necesarias y suficientes, para que cualquiera pueda disfrutar de una vida plena y digna.
Podríamos decir que a Gopegui nunca le tiembla el pulso a la hora de diseccionar los problemas relacionados con estas realidades y por eso sus relatos transpiran la misma pulsión de honesta búsqueda de soluciones que los engendra. Sirva de ejemplo esta cita de su última novela Quédate este día y esta noche conmigo:
De repente ahora que falta dinero, recursos, todo el mundo habla de cuidar. ¿Por qué no hablan de contratar el doble de celadores en los hospitales? Cuidar es relevarse. Hacerse cargo un rato de mi hermano pequeño es perfecto, aprendes disfrutas, también te comprometes. Pero hay otros cuidados y ¿quién los va a repartir con justicia? (…) Los cuidados es también que a los dueños de todo esto les viene muy bien que nos cuidemos en vez de reclamar lo que es justo. (138)
Gopegui es doctora en Humanidades por la Universidad Carlos III con una tesis doctoral de recomendable lectura titulada: Ficción narrativa, autoayuda y antagonismo. Un caso de escritura. También es licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid, pero, como ella misma dice en numerosas entrevistas, incluso antes de terminar sus estudios universitarios ya había decidido que quería ser escritora. Su primera novela, La escala de los mapas recibió el apoyo de otra gran escritora española, Carmen Martín Gaite. De ella, dice Gopegui, aprendió “a ser rigurosa y a no caer en miles de trampas que te tiende el ambiente a menudo” (https://www.elmundo.es/encuentros/invitados/2001/04/22)
Su escritura está hecha de propuestas prácticas, como cuando nos dice que la lectura es “el mejor entrenamiento para la imaginación” o que “para tener autoridad necesitas que tus afirmaciones formen parte de una práctica compartida”. A propósito de esto, en una colección de sus artículos que les recomiendo (se titulada Rompiendo Algo) Gopegui escribe: “la literatura, no se escribe, sino que nos escribe” porque “en colectividad es que hacemos vida y literatura y también juntas tratamos de armar un argumento democrático donde ofrecer condiciones necesarias y suficientes para defender lo justo para cualquiera”.
Estamos ante una escritora que con cada obra logra “poner el yo en plural” porque entiende (y la estoy citando en Rompiendo algo) que “toda literatura es, se sabe, política [y, que, por eso]; preguntarse sobre literatura y política en las actuales condiciones significa preguntarse si la literatura, como la política, puede hacer hoy algo distinto de traducir, atacar, o reflejar el sistema hegemónico” (Rompiendo Algo 45).
Habitar el universo narrativo de Gopegui significa también hacernos cargo de algunas verdades históricas molestas, como, por ejemplo, cuando escribe (y cito del mismo ensayo) que “el poder capitalista cortó el camino, torturó, silenció, arrasó las condiciones de existencia en las que habrían podido germinar referentes distintos” (Rompiendo Algo 45).
La colectividad somos la protagonista de su universo y por esa razón, (y sigo citándola) “la construcción de una escritura revolucionaria no puede ser sólo un proyecto individual, sino que requiere construir también un lugar a donde dirigirse y un espacio común que no podrá coincidir con el espacio en donde habita / ni el lugar hacia donde se dirige la inmensa mayoría de la literatura capitalista de nuestro tiempo” (Rompiendo Algo 46).
Gopegui misma ubica su escritura en ese proceso colectivo que “tiende hacia la revolución” pero ¿qué significa exactamente esto? Voy a responder con lo que ella escribe en una entrevista publicada en Rebelión, un medio de información independiente y de acceso libre del que Gopegui es promotora:
(…) la novela desde su nacimiento como género ha dado multitud de pasos en falso, ha emprendido multitud de caminos que conducían a un callejón sin salida, ha tomado recursos de otros géneros, ha evolucionado adaptándose al medio literario en distintos momentos. Y cada uno de esos pasos en falso, como cada una de sus metamorfosis, ha sido estudiada, valorada, ha pasado a formar parte de una suerte de capital acumulado llamado cultura. No así la escritura revolucionaria. Ni se estudiará ni pasará a formar parte de bagaje alguno pues su sola mención producirá rubor, deseos de renegar de ella, arrepentimiento. Pero ¿de qué se reniega, del camino escogido para atravesar el cerco o de la voluntad de atravesarlo? https://www.rebelion.org/noticia.php?id=26876
Junto a la continua reflexión crítica sobre las causas estructurales y sistémicas de los problemas que ponen en peligro la vida de los seres vivos y la sostenibilidad del planeta, en la geografía Gopegui también encontramos espacio para soñar e imaginar el cambio a la luz de las derrotas y las dificultades que implica adoptar una posición a la contra del devenir del sistema dominante.
Ella sabe bien que la tarea pendiente no está exenta de violencia, de contradicciones, de decepciones, de desilusión, de respuesta cínicas y de actitudes de profundo desánimo. Es por esto que su escritura nos reconcilia con una humanidad que se sabe inter y ecodependiente, es decir, vulnerable y, por eso mismo, de fácil vulneración.
Y esa humanidad en Gopegui se nos presenta en estado crudo y siempre con el propósito de fortalecerla planteándonos todas esas preguntas que tememos hacernos. A diferencia de aquellos relatos apocalípticos y condenatorios que nos abandonan a lectoras y espectadoras en una suerte de culpable indefensión, las voces narrativas de Gopegui nos descubren las trampas del sistema al tiempo que nos tienden una mano para cruzar los distintos umbrales que requieren la tarea de transformación pendiente.
Cada obra de Belén Gopegui es un tiempo y un espacio para reflexionar, pensar, crecer y respirar siempre en propositivo y siempre acompañadas porque, como escribe en su novela Quédate este día y esta noche conmigo:
No es fácil, moverse en dirección contraria al engranaje, luchando sin gritar, construyendo modelos distintos (…) Hasta qué punto, dirás, tiene sentido que encami[nemos] [nuestras] palabras para convertir[nos] en causa insuficiente, pero, quién sabe, necesaria (…) como el oxígeno que abraza la cerilla y no asegura que la cerilla se prenda, pero sin el cual la cerilla no se encendería (…) Tal vez ellos y tú [y yo] formemos parte de ese momento en que prenderá una llama menor, cotidiana, visible. Deja, no obstante, que te abrace, quien quiera que seas, déjame pensar que en este día que nos cruzamos en el tiempo, desprendidos del yo por un instante, es mi libertad y la tuya la que nos une como a robots que sabemos por qué vivimos. (184)
Palmar Álvarez-Blanco
La Constelación de los comunes ( https://constelaciondeloscomunes.org/el-equipo/)