Por Xabier Arrizabalo Montoro

Categoría social que define las condiciones de vida del conjunto de la población en un momento histórico concreto, en relación con las posibilidades materiales disponibles. Estas posibilidades dependen del grado de desarrollo científico y técnico, por tanto de la productividad (el rendimiento del trabajo). En consecuencia, es completamente errónea la identificación entre fuerzas productivas y productividad, ya que ésta es sólo condición necesaria de aquellas, no condición suficiente.

El capitalismo hizo posible un enorme desarrollo de las fuerzas productivas en su primer estadio histórico tras la acumulación originaria -el capitalismo ascendente-, concretado en la industrialización, la urbanización, los grandes medios de transporte y la constitución de la clase obrera. Obviamente no fue ni podía haber sido un desarrollo idílico tratándose de una sociedad clasista (se basó en la explotación laboral y el pillaje colonial junto con el genocidio de las poblaciones originarias en África, las Américas, etc.).

En su segundo y último estadio histórico -el imperialismo-, desde principios del siglo XX, cada vez hay más tensiones sobre las fuerzas productivas, como se constata con las crisis y las guerras, hasta el punto de que ya no puede haber nuevos desarrollos sistemáticos de ellas bajo el capitalismo, sino al contrario, una sistematización cada vez mayor de su destrucción (plasmada en particular, además de en las guerras y las crisis, en la desvalorización de la fuerza de trabajo; también en la destrucción del medio natural).

El desarrollo de las fuerzas productivas es, en definitiva, el control de la naturaleza por parte de la humanidad materializado en la mejora sostenida de las condiciones de vida del conjunto de la población. En consecuencia, la discusión acerca del desarrollo o el subdesarrollo es sobre el desarrollo o no de las fuerzas productivas.