Por Isabel Estrada
La crisis financiera de 2008 dio lugar a los movimientos populares más significativos desde los años 60 en Europa, Medio Oriente y Estados Unidos. A pesar de las distintas circunstancias políticas y sociales de cada una estas regiones, y los diferentes cambios a nivel institucional, la huella común de las protestas continúa por medio de nuevas formas de convivencia que reflejan la responsabilidad política individual como resistencia al neoliberalismo. Estos nuevos modos de convivencia conllevan una nueva sensibilidad para vivir en común que incluyen el cuidado mutuo, los afectos, el trabajo colectivo, la agencia política en la vida diaria, el activismo horizontal y la organización social no jerárquica y autogestionada, y las prácticas participativas.
En España, se han creado numerosos colectivos como expresión de estas formas de convivencia y agencia política. Entre ellos se encuentran la cooperativa Numax, una librería independiente y sala de cine; la Plataforma para los Afectados por las Hipotecas (PAH), una asociación que protege de los deshaucios; el colectivo InsPiradas, plataforma anti psiquiatría que lucha contra el stigma de la enfermedad mental y empodera a los enfermos; el Colectivo Los Hijos, que ha creado los mejores cortometrajes del cine contemporáneo; y por supuesto, Alces XXI, un colectivo de educadores que promueve el activismo y el empoderamiento por medio de la educación y el trabajo en común. Estos son solo algunos ejemplos de los más de 46 grupos autogestionados catalogados por Palmar Álvarez-Blanco en la Constelación de los Comunes.
La noción de nuevas formas de convivencia surge, sobre todo de los escritos de Amador Fernández Savater – inspirados en Gramsci, Castoriadis, y Badiou.
Bibliografía