
Nacimos de un movimiento que se llamaba “A Volar”, estábamos en este colectivo antes de tener el Colegio Vital Alsar. En “A volar” reflexionamos sobre la educación y creamos tres comisiones: una era de reflexión pedagógica para pensar qué principios nos sostienen y son comunes entre todos; otra era de relación con la Administración, cómo podemos desarrollar eso en un entorno público, y hacerlo efectivo; y otra era la sensibilización, cómo puede llegar esto a más gente para que pueda unirse a nosotros. (…) Nuestro enfoque pedagógico defiende que los niños y las niñas sean críticos, reflexivos, que tengan capacidad de decidir, de repensar lo que quieren hacer, que sepan decidir. Queremos que las niñas y los niños sean agentes de cambio y para serlo tienes que aprender a ser tú mismo. Y para ser tú mismo, tienes que crear el espacio para que los niños y niñas puedan elegir qué son. Entonces se trata de encontrarse para sacar lo mejor de ellos y ellas. Dentro de la educación pública eso normalmente no se ofrece. Es una educación todavía muy muy tradicional con lo cual, ¿dónde queda el espacio para desarrollarse integralmente como seres humanos? ¿Dónde queda el espacio para analizar sucesos que escuchas en las noticias, que pasan alrededor tuyos, situaciones sociales como la tuya o distintas, para mirarlas desde una perspectiva crítica, para ser solidarios, para desarrollar tu capacidad de empatía, para aprender a pensar? Cuando nosotros nos pusimos a desarrollar esas líneas básicas de pedagogía intentamos que quedasen reflejadas todas ellas en nuestros objetivos del Colegio.