Pilar Fontaneda, Las Gildas
Quizá el ingrediente más importante, aparte del deseo, es el optimismo y la confianza en el ser humano; que sintamos todas que somos necesarias y que de lo que cada una suma sale al final el puchero. El puchero no lo hace una persona, ni dos, lo hacemos todas. Esa vertiente externa-interna es lo que caracteriza a las Gildas; lo visible es eso y lo menos visible pero que también se ve y que es lo que hace que la gente se enganche, es que no vamos más allá de donde el grupo vaya. Yo puedo tener una reflexión de que yo quiero que haya pan integral en las fiestas, pero si el grupo eso no lo ve, no pasa nada, hay pan blanco hasta que el grupo lo vea y si no lo ve, no pasa nada. Es un ejemplo tonto, pero demuestra que el grupo tiene que ver a dónde vamos. Si el grupo no va junto, no pasa nada, la transformación no se da hasta que el grupo vaya. Para que sea posible tejer una red de confianza es necesario cultivar condiciones de representación mutua, respeto y cuidados. (…) La confianza mutua se teje creando espacios de respeto, de respetarnos, de sentirnos seguras en que lo que yo aporto vale y lo que tú aportas tiene tanto valor como lo que aporta la otra. Eso se siente y se transmite. Luego es verdad que en este momento de la sociedad la confianza está en cuestión y es muy difícil, no siempre la tenemos. Yo estoy diciendo esto y hay veces que la pierdo… pero somos conscientes de que ahí está la clave, de perder miedos, de confiar en nosotras mismas, en la de al lado, en el otro. Y en el otro puede ser con quien no estás nada de acuerdo, pero nunca por eso deslegitimamos sus razones para estar donde está. Yo creo que eso nos caracteriza a las Gildas a la hora de coordinarnos con otros y al estar en movilización podemos pecar de entender demasiado a veces al otro porque sabemos que el otro tiene su razón de ser y de estar donde tiene que estar.